martes, 30 de abril de 2013

EL MES DE LAS FLORES

Ya llega el mes de Mayo y como es tradición en Padules nuestras mujeres preparan el mes de las flores con mucha ilusión.

Queríamos saber cómo se celebraba en Padules esta tradición y nuestras mujeres se encargaron de explicárnoslo.

Os dejamos un vídeo con todos los preparativos, rezos, canciones,...

 

viernes, 26 de abril de 2013

LA PROMOCION TURISTICA 2.0 REVOLUCIONA LA ALPUJARRA ALMERIENSE

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El proyecto Rumor de promoción turística está revolucionando la Alpujarra almeriense. Y es que los más de cien participantes en los talleres de empleo están listos para promover la comarca como destino turístico en las redes sociales. Son los nuevos líderes 2.0, que se han formado en la difusión de su territorio en las nuevas plataformas digitales a través de Rumor, proyecto que desarrolla el Plan Turístico de la Alpujarra almeriense en colaboración con la Fundación Mediterránea de la Universidad de Almería. Lo excepcional del proyecto Rumor es que todo el mundo cuenta, “estamos visitando centros Guadalinfo, talleres de empleo y centros educativos para que todo el mundo ayude a promocionar nuestro destino”, destaca el gerente del Plan Turístico de la Alpujarra almeriense, Juan Miguel Moreno. Además, asegura que “los talleres de empleo se han convertido en claves para incorporar nuevos profesionales del sector turístico y crear nuevos líderes de opinión que mejoren el desarrollo turístico de la comarca”.

 
En los últimos meses, el proyecto Rumor ha formado y convertido en líderes turísticos a los participantes de los talleres de empleo de Fiñana, Berja, Alcolea, Dalías, Canjáyar, Laujar, Fondón y Padules, y también lo han hecho con los 31 centros Guadalinfo del territorio. Por su parte, en el acto de clausura del curso, el director del taller de empleo de Canjáyar, Joaquín Nollet, ha indicado que “muchos alumnos no tenían conocimiento de las redes sociales y que el proyecto Rumor se ha convertido en un momento clave para ellos, ya que a partir de aquí han iniciado la formación, pero sobre todo han visualizado lo que ellos pueden conseguir a través de las redes”. Los alumnos han aprendido a usar las redes sociales Facebook, Twitter, Pinterest, Flickr, Google+ y Youtube, además de las ventajas del geoposicionamiento para el sector turístico. El proyecto Rumor continua avanzando después de un año de funcionamiento, y continuará sensibilizando y explicando a la población residente cómo crear una gran campaña de marketing con la ayuda de todos. El presidente de la Asociación de Desarrollo Rural de la Alpujarra almeriense y presidente del Plan Turístico, Antonio Manuel Ortiz Oliva, ha indicado que “este impulso de promoción turística en las redes sociales está siendo decisivo para dar a conocer nuestra comarca en otros lugares, y para ellos contamos con los mejores guías, nuestros vecinos, que se están implicando muchísimo”.


JOSE IBAÑEZ (PRIMER DIRECTOR DE LA ASOCIACION MUSICAL "LAS CANALES" DE PADULES)

Aquí os dejamos una pequeña biografía del fundador de la Asociación Musical "Las Canales" de Padules.


A Juan López Arcos Carretero, el maestro de música de la banda de Rágol le gustaba tanto la vocación por la música de José Ibáñez, que cuando reunía a todos los niños en un salón del ayuntamiento para solfear y para amasar canciones antiguas, con aquel ritual de musiquillos tiesos como retamas mientras él les hacía las indicaciones desde el antepecho imaginario de la única silla que había en aquel cuartito, siempre le prestaba una mirada de gratitud imperecedera. Eran los años cuarenta o los cincuenta cuando a José Ibáñez notó el desvelo por la música y un tesón descomunal para aprender. José Ibáñez nació en Rágol hace setenta y dos años y como no tenía el remolino de la esperanza en sus manos, porque sus padres eran agricultores pobres y porque las ilusiones estaban arrendadas, encontró con la música la única ventaja de la vida. Como no tenía quien avivara su pasión, él se autoimpuso un orden estricto de trabajo después del trabajo. Y así empezó todo. Trabajaba en el campo con el aquel delirio extenuante de la supervivencia y luego, sin dar tiempo a recomponer sus manos, se iba a los ensayos con el hambre repuntándole en el estómago y aquel frío hereditario de las noches tapiadas de Rágol. José Ibáñez no empezó en la música por casualidad. Empezó como empiezan los amantes. Con el titubeo del primer abrazo y el vericueto de la pasión después. En aquella primera escuela improvisada de Rágol, José descubrió la vida. Indiferente al aire enrarecido de aquellos años, con su caudal de sueños desportillados y la manía de la desesperanza, José escogió muy pronto la ventura de la duermevela. Y cuando los niños salían a jugar, él prefería quedarse en casa a solfear con aquel método impecable que era el Eslava. Y como a los niños no les había picado con tanta intensidad, muy pronto los rebasó. Y cuando ellos iban por el primer libro, él ya estaba rejuntando notas con el segundo. José Ibáñez es músico. Un músico antiguo. Un músico despojado de cualquier ostentación porque aprendió en el suelo pelado de su casa. Cuando su maestro le dejó el primer instrumento, un trombón viejo que no sonaba bien, él puso cara de convalecencia y entonces le propuso cambiarlo por un bombardino de tres pistones. Y entonces sí que pudo comprobar el vaivén de las notas purificadas y aquella dulzura que solo poseía el bombardino, con su arranque dilatado y aquella gravedad mágica.  Y cuando pudo ahorrar las setenta y dos mil pesetas, le pidió a un amigo camionero que lo llevara hasta Carcagente, en Valencia, y allí compró otro más moderno de cuatro cilindros. Todo el mundo conocía su destreza y la naturalidad de su mirada. Por eso, en cuando le propusieron montar de nuevo la banda de música de Alhama, aprovechó el desvelo de las mismas noches y dijo que sí. Entonces se juntaron una treintena de niños y de niñas y allí comenzó de nuevo la vida. Otra vez. Del campo a la escuela. Si no sabía el tono adecuado de algún instrumento, por las noches lo escudriñaba y al día siguiente ya lo tenía dominado. Y si había alguna sinfonía que no conociera, por las noches la escudriñaba y al día siguiente ya se la sabía entera. José Ibáñez estuvo casi una treintena de años enseñando a los niños y a las niñas de Alhama los rincones de su paraíso. Les mostró la fluidez del clarinete con su anhelo por sobresaltar, y la solidez del bombo y la importancia remota de los platillos.  José Ibáñez aún recuerda el ring ring de la centralita de teléfonos de Rágol cuando les avisaban para ir a tocar a cualquier pueblo. Y recuerda el trajín de los músicos embarcados en aquellas furgonetas alquiladas y el vaivén de las procesiones y el primer día que tocó aquella banda de Alhama. Y recuerda la sillita donde apoyaba su bombardino de cuatro cilindros y la humedad ardiente de aquellas noches en las que la música le libró de la orfandad de las calles desiertas y de la soledad eterna.

jueves, 18 de abril de 2013

LA LEYENDA DEL DRAGON ROJO


Hace muchos, muchos años…………



En un tiempo muy remoto, en la comarca del río Andarax, nuestros pueblos comenzaron a formarse lentamente. Con las guerras que se libraban en el norte muchos poblados se desplazaron al sur huyendo de la muerte y la desolación.




Nuestra tierra era fértil. El río tenía suficiente pesca, los bosques y alamedas abundante caza.  El paisaje estaba rodeado de frondosa vegetación.

Por todos lados las ricas y generosas aguas y los manantiales y lagunas hacían del valle un lugar ideal para vivir.



En los márgenes junto al Río o en los emplazamientos mas elevados y favorables, las aldeas y los pueblos ocupaban las tierras para cultivarlas aprovechando los abundantes recursos naturales.



En Padules, uno de los pueblos del Río Andarax vivía la familia del joven Bhen que ya de niño había destacado por su fuerza y valentía.



Bhen no tenia hermanos y desde que su padre murió se encargaba de cultivar la tierra y ayudar a su madre con el ganado. Era un hábil cazador y siempre que podía se adentraba en el bosque con su fiel perro pastor .



Su dominio de las armas y destreza en la lucha eran de sobra conocidas en toda la Comarca.



Una mañana, varios jinetes fuertemente armados se presentaron en el pueblo. Reclutaban jóvenes para la guerra. Cuando se presentaron en la casa de Bhen su madre rogó llorando a los soldados pero no pudo evitar que también se lo llevaran a la guerra.



Antes de partir su madre le entregó un amuleto con tierra del lugar que le vio nacer.

Bhen lo colgó de su cuello y consoló a su afligida madre.



Mientras se alejaba en su caballo observó aquel paisaje de palmeras, moreras y extensos secanos de trigo y cerrando los ojos quiso retenerlo como un sueño.



Pasaron los años y Bhen se hizo un temido guerrero. Combatía con valor y siempre al final de la lucha besaba aquel amuleto recordando a su familia y pensando siempre volver algún día a su pueblo.



Bhen cumplió veinte años y seguía combatiendo incansablemente al frente de un ejército que para atemorizar al enemigo llevaba al frente de sus fuerzas a un fiero León Rojo. Cuando se producían los combates la presencia del León Rojo y su fuerza bestial provocaba la huida y el terror facilitando siempre las victorias.



Después de cada combate Bhen siempre se acercaba a la jaula donde estaba el León para observarlo. Aquella mirada triste del León le recordaba a su perro y no podía evitar un sentimiento de lástima al verlo encerrado sin apenas poder moverse con aquellas pesadas cadenas.



Una noche después de alimentar al León dejaron por descuido la puerta de la jaula abierta. Al amanecer, los soldados contemplaban como si de un espectáculo se tratara aquella escena del León Rojo fuera de la jaula y recostado mansamente a la entrada de la tienda de Bhen

Desde aquella noche y con el paso de los años Bhen y el León llegaron a tenerse mutuo cariño.



En una de las batallas, el ejercito de Bhen luchaba sin tregua contra un enemigo muy superior en número cuando vió que su fiel amigo el León Rojo era rodeado por varios guerreros que con sus lanzas y redes querían reducirlo mientras varios arqueros tensaban sus arcos para abatirlo. Bhen acudió en su ayuda interponiéndose a las flechas que le hirieron mortalmente. El León rugió como un huracán desatando tal furia que sus fieros zarpazos hicieron huir al enemigo. (Lamiendo sus heridas) fue a descansar junto a Bhen que antes de morir besó por última vez su amuleto colgándolo de las cadenas que rodeaban el cuello del León.


Como un sueño pasaron por última vez ante sus ojos aquellas imágenes cuidadosamente guardadas junto al rebaño, arando la tierra, pescando en arroyos cristalinos y cazando en las montañas junto a su perro. Bhen apoyó su cabeza en el suave pelaje del León y durmió para siempre.


Durante muchos años el León Rojo desconcertado y abatido recorrió sin descanso de norte a sur mil lugares. Su viaje por ríos y montes alejados de la civilización llevaron al León Rojo hasta el pueblo donde nació Bhen. Contemplando aquel paisaje y como si hubiese llegado al final del camino cumpliendo el deseo de Bhen, el León Rojo buscó refugio para descansar. La fantástica Leyenda de un León Rojo en las montañas creció entre los pastores del lugar. 
 

Se cuenta que ni soldados ni ejércitos volvieron a realizar incursiones por nuestra Comarca donde a partir de entonces reinó la paz para siempre. Con el paso del tiempo el León Rojo se convirtió en el símbolo de nuestro pueblo (Padules). 
 

La historia de Bhen y el León Rojo se convirtió en leyenda y aunque nadie vio nunca al León su espíritu permanece refugiado en las montañas como fiel guardián y defensor de las gentes de nuestro Valle. Por eso el león rojo es el escudo de Padules. 
 
 
 
Esta leyenda nos la cuenta Rosa Miranda y Paula Luque en colaboración con Juan de Dios Ferre.